Paisaje es el lugar donde se desarrolla la vida del hombre; al habitar y depositar su visión sobre el territorio lo hace paisaje, lo impregna de si mismo y se lo incorpora a si.
Pero un habitar sin vínculos es un habitar disminuido y dependiente.
Cada día respiramos, recibimos la radiación solar, estamos expuestos a distintos grados de intemperie, bebemos, nos alimentamos…
En un habitáculo climatizado, desde el centro de la mas estéril y urbanizada de nuestras ciudades, trabajando o interactuando sobre un soporte digital, vivimos a menudo la ilusión de que la naturaleza ha sido excluida de nuestra vida.
En la vida contemporánea diluimos los vínculos con el territorio y el paisaje, pensamos en claves de suministro y establecemos una relación de dependencia. Sin embargo mediante la idea de vínculo establecemos una relación de compromiso, una interdependencia.
Ese vinculo, esa relación de interdependencia y compromiso, no se establece solamente al nivel de los recursos básicos para la subsistencia; con el paisaje establecemos también una relación mental basada en la vivencia íntima, en la memoria personal y en la memoria colectiva y social que se establece como historia, como ciencia, etc.
Desde hace unos años, somos conscientes de la modificación del medio ambiente por parte del ser humano y no solamente eso, sino que hemos pasado a considerar a la tierra como un planeta con recursos limitados.
El hombre como las demás especies, se expande y prolifera hasta llegar a su tope poblacional y para ello se adapta y adapta su entorno.
El gran éxito del hombre puede convertirse en un problema; para muchos seres vivos esto es así y sería oportuno recordar la famosa frase de Schopenhauer “el hombre ha transformado el mundo en un infierno para los demás animales”.
La naturaleza y todo lo que significa una alternativa al control humano sobre el territorio parece amenazada y en retroceso.
Sin embargo, ciertas personas consideran alarmistas estas ideas y piensan que el progreso irá dando soluciones a estos problemas.
Es posible que algunas de estas criticas tengan una cierta razón.
Ante la imposibilidad de conocer y comprobar la veracidad de todos esos datos tenemos la oportunidad y el deber de salir al campo y analizar con nuestros propios ojos lo que tenemos delante y cerca, lo que nos afecta a la vista, al olfato, al oído, a la memoria, a nuestras libertades, etc.
En definitiva, tenemos la posibilidad y el deber de vincularnos con nuestro paisaje y nuestra naturaleza en retirada para saber como estamos, a donde vamos, que hemos ganado y que hemos perdido.
Las distintas manifestaciones de la cultura humana ha tratado constantemente los asuntos de la naturaleza, del paisaje y del habitar.
Desde el arte existe un territorio a tratar comprendido en la intersección de esos conceptos en relación con el compromiso y el vínculo.
En el trayecto entre lo abstracto y lo concreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario