jueves, 18 de agosto de 2011

Primera naturaleza.


Primera naturaleza:
El término naturaleza es una construcción cultural en evolución a lo largo del tiempo.
Hablamos de naturaleza para referirnos al todo, al mundo. Hablamos de naturaleza para referirnos a un espacio virginal e intocado.
Hablamos de naturaleza para referirnos a si mismo a lo opuesto a la ciudad y a lo urbanizado...
R.G. Collingwood en “Idea de la naturaleza” estudia el desarrollo de la comprensión de lo natural como un todo a través del tiempo, desde la Edad clásica, pasando por el Renacimiento hasta llegar a la Edad moderna.
Nosotros trataremos el asunto desde una de sus facetas, lo vinculado con lo agreste, lo salvaje, lo no urbanizado, lo que guarda y atesora alternativas a nuestro universo-urbanizado, una naturaleza a menudo impenetrable, opaca o al menos traslúcida.

Vestigios:

No conocemos realmente la visión que los primeros hombres tenían acerca del mundo que les rodeaba.
Sin embargo, en las primeras manifestaciones artísticas conservadas en cuevas (los únicos lugares que se han mantenido como cámaras del tiempo preservando las pinturas y esculturas del deterioro natural) podemos ver que los hombres representaban gráficamente determinadas partes del mundo.
No hay imágenes de algo que podamos identificar como un paisaje. Abundan en cambio las representaciones gráficas de ciertos animales característicos de su medio natural, frecuentemente presas que conocían muy bien en sus costumbres y apariencia.
Este opaco mundo prehistórico, al que solo accedemos directamente a través de los restos y las representaciones, ha sido en parte iluminado por las investigaciones sobre los “pueblos primitivos” desde el ámbito de la antropología, por los estudios de fuentes clásicas y por los recientes hallazgos de los paleoantropólogos.
Con esto, la visión que tenemos de la concepción del mundo de estas gentes, pese a estar basada en la caza y la recolección, se ha llenado con posibles matices, facetas y aspectos característicos y diferenciales y se ha vuelto más rica.
Tenemos documentos procedentes de investigaciones en el ámbito de la antropología acerca de otras culturas como la de los bosquimanos, jíbaros, etc. en los que podemos acceder superficialmente a su concepción del mundo.

En “Ejemplares del folclore bosquimano”, asistimos a el despliegue de los asuntos fundamentales de su vida, con sus divinidades y sus mitologías pegadas al terreno y a los animales, su historia que a falta de fuentes escritas se remonta a cuatro o cinco generaciones… su modo de relación con o que les rodea impregnado de lo mágico, con sus características cuestiones del presentimiento y la metamorfosis, en las que el mundo físico, el espacio, el tiempo… carecen de la compacidad y las limitaciones presentes en nuestras culturas.
En estos grupos la relación con el mundo de lo natural es tan estrecha, apenas han construido algo sólido y material pues las “construcciones” de su habitar son mas bien mentales y espirituales, que la experiencia de la naturaleza seria un asunto constante en sus vidas.
Phillipe Descola, en su trabajo acerca de los jíbaros de la Alta Amazonía, nos describe unas sociedades dispersas a lo largo de los innumerables ríos de la selva, unidas por lazos de sangre, alianzas y lazos comerciales. Estos grupos no se asientan definitivamente pues dependen de la breve fertilidad de los huertos aclarados en medio de la espesura.
Por esta causa, sus construcciones son de cierta solidez pero nunca hechas para durar décadas y con su abandono desaparecen rápidamente.
Los jíbaros viven en estrecha relación con los animales y las plantas y tienen con ellos una relación de uso pero muy espiritualizada y socializada. Muchos animales de la selva representan a menudo a los familiares desaparecidos y en ocasiones sus crías son recogidas y domesticadas criándose en medio de las familias.
Estos grupos poseen diversas zonas en sus territorios donde instalan campamentos ocasionales y desde allí extienden sus operaciones de caza, pesca y recolección.
En el caso de los jíbaros, en estos campamentos, la relación con la selva se estrecha aun más.      
En este mundo donde la mediación de lo construido apenas despegaba a los hombres del terreno, donde siempre había polvo, tierra, humedad, frío o calor, probablemente no tenia cabida un cuestionamiento entre lo artificial y lo natural. Lo artificial se presentaría cómo el vestigio de la mano y del paso del hombre, su huella, manifestación necesaria de su actividad para sobrevivir y algo más, es decir, habitar.

Origen:

Primitivamente la palabra phusis (naturaleza), de raíz indoeuropea, tenia el sentido de brotar y crecer como los vegetales.
En el s.VI antes de nuestra era, por vez primera en la historia del pensamiento, se separa el mundo de la mitología del de los fenómenos naturales. Con esta distinción se originará el pensamiento científico y phusis, pasará a designar a la física o ciencia de la naturaleza.
Faltarían aún 16 siglos para que la naturaleza se transformara en un ente abstracto, ese objeto neutro de estudio dentro del paradigma construido por Galileo, Descartes, Newton y otros.

Para los griegos durante mucho tiempo la naturaleza fue algo asociado al culto del dios Pan, originario de la Arcadia, una región salvaje donde Pan era el dios de los pastores y de los rebaños.
En el año 490 a.c. Darío acometió la invasión de Grecia… Atenas había pedido ayuda a Esparta pero esta no responde. Filípides, el mensajero ateniense, decepcionado regresa. De camino a Atenas atraviesa los montes de Arcadia cuando oye a Pan que lo llama desde montañas y le promete ayuda. Cumplirá su palabra sembrando el pánico entre los persas dando la victoria a los griegos.
Los atenienses transformaran al dios de unos pastores en un símbolo del estado salvaje de Arcadia, es decir en un símbolo de la naturaleza.
A partir de Atenas, de la ciudad, el culto de Pan se extiende por el mundo grecorromano con un sentido que acabó por referirse a todo, es decir al Universo.

“A esto es a lo que yo llamo el principio de la gruta de Pan, la sutil transformación, por la ciudad -que es astuta...-, de algo que en origen procedía del mundo campesino y de lo que se apropia para convertirlo en lo que simbólicamente es su propio reverso: la naturaleza”.

Augustin Berque, El pensamiento paisajero.

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