jueves, 15 de diciembre de 2011

El desarrollo sostenible: El metabolismo socioeconómico y la colonización de la naturaleza.

Aún siendo conscientes de lo ambiguo del término "desarrollo sostenible" y de su uso indiscriminado y a conveniencia, sin embrago consideramos muy interesante este fragmento de un texto de Marina Fischer-Kowalski y Helmut Haberl.
Este escrito ( anterior a la actual crisis) nos puede dar una pista de en que dirección podemos trabajar para habitar mejor nuestros paisajes cercanos y cotidianos (con los que nos es posible establecer un vínculo), y aquellos que nos quedan un poco más allá, a varias horas en avión, que no vemos y no nos importan en absoluto ...Extraido de:

http://www.comminit.com/


¿Cómo pueden las sociedades industriales percibir sus problemas de sostenibilidad y responder a ellos?

En las secciones anteriores, hemos intentado demostrar que los problemas actuales del cambio del medio ambiente global son una consecuencia de la cantidad y calidad del metabolismo de las sociedades industriales, y de la cantidad y calidad de las intervenciones de colonización de los sistemas naturales para garantizar los recursos necesarios. La principal conclusión que nace de este argumento es que una política para un desarrollo sostenible de las sociedades industriales debería centrarse en estrategias para disminuir el flujo material y energético. Esto implicaría una concentración de los esfuerzos en un nivel estratégico en lugar de los enfoques sectoriales tradicionales de las políticas para el medio ambiente. Creemos que esto es un requisito necesario para enfrentarse a los mecanismos que subyacen a los problemas globales del medio ambiente. Estos esfuerzos estratégicos para un desarrollo sostenible requieren cambios sustanciales de las estructuras y de la dinámica existentes. Sólo se pueden implementar si existe un amplio consenso sobre su necesidad y su conveniencia. Por lo tanto, la cuestión clave es cómo la sociedad industrial percibe sus problemas de sostenibilidad.
Aunque muchas personas estén convencidas de que el cambio climático constituye un auténtico problema, que la destrucción de la capa de ozono es real y que estamos destruyendo la biodiversidad, los cambios fundamentales de las políticas actuales siguen siendo un ejercicio intelectual en evidente contradicción con la mayoría de las experiencias cotidianas de la sociedad industrial.Las sociedades de cazadores recolectores podían percibir que cazaban o recolectaban demasiado, o que lo hacían con demasiada eficacia. Si éste era el caso, tenían que realizar excursiones cada vez más largas para encontrar los alimentos adecuados. Podían entender que había demasiadas bocas que alimentar para un determinado entorno y culturalmente moderar su reproducción. Lo mismo sucedía con la sociedad agrícola. Ésta era capaz de aprender de las consecuencias cuando explotaba demasiado los suelos o tenía demasiados animales que alimentar y, según esto, modificaba su equilibrio. En cuanto a la reproducción, no obstante, existía una doble relación: el trabajo infantil mejoraba sus condiciones de vida, y tener hijos aumentaba las tasas de supervivencia en una edad posterior. Por otro lado, no se podía alimentar un número creciente de bocas. Este era un dilema que la mayoría de las sociedades agrícolas no podían resolver de una manera sostenible (Netting, 1981).¿Y que perciben las sociedades industriales? Su experiencia les dice que las materias primas son cada vez más baratas, que la agricultura está produciendo un exceso de bienes que no se pueden vender en los mercados normales a precios normales, que su población vive cada vez más,incluso más saludable y cómodamente. No dependen de su territorio sino, al contrario, se benefician en gran medida de los intercambios remotos y del transporte. Mantienen a su creciente fuerza laboral empleada la mayor parte del tiempo, si bien puede resultar difícil procurar unacantidad suficiente de trabajo. Pueden mitigar sus tensiones sociales internas mediante el crecimiento económico y, finalmente, la mayoría de los países en el mundo intentan imitar su modo de producción y su estilo de vida. ¿Por qué, entonces, deberían creer más en las visiones intelectuales y científicas que en su experiencia, que se ve reforzada cotidianamente? Visto así, el problema de dar un giro hacia un modo de producción y de vida más sostenible consiste en crear condiciones que brinden a la sociedad una experiencia diferente, experiencias que hagan sonar las debidas alarmas.

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