martes, 25 de marzo de 2014

Cuaderno II

En las manos de El Bosco.
Acuarela y tinta sobre papel, 
doble hoja, 21 x 29,7 cm. (abierto).

En los arrabales y descampados, a lo lejos, destellan fogatas con penachos de humo que el viento arrastra lentamente hacia el cielo. 
Son las señales del desastre en las afueras. 
Aqui, desde la torre, podemos ver que la destrucción ha avanzado hasta el centro de la urbe.
Los pasacalles, la procesión, la manifestación, la orgía y la ejecución se amontonan. 
Por abajo, se arrastran los inválidos, los pedigüeños y los dementes, inclemente y atrozmente representados, como sobras. Monstruos orníticos vestidos con disfrazes saquean, torturan, tocan, danzan y se aparean entre sí.
Extraños manjares sobre un mantel aristocrático, figuritas torpes sobre un teatrillo, cobran vida y se cobran la muerte.

Al intentar dejar correr la pintura por sus manos se espera rescatar algo de aquello, solamente lo que podamos usar. Fuera los indigentes y la mirada inclemente, venga el Buhonero, la vida a salto de mata y la lucidez por los andurriales.
Venga la mirada microscópica al mundo entero corrompiéndose. Venga el furor de la vida desatada hasta un límite inhumano.














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